La noche de Santiago se cerró con otro triunfo argentino y también con la certeza de que el ciclo de Lionel Scaloni suma cada día más aspectos positivos. Cambian los nombres, por lesión, por suspensión o por una decisión del entrenador, pero la estructura pocas veces se resiente, el fútbol fluye y las victorias se acumulan más allá de si está entre los once ese fuera de serie que es Lionel Messi.
Por eso aparecen en la formación jugadores que los futboleros quizás tienen fuera de su radar, como Leonardo Balerdi, quien estuvo poco tiempo en Boca y como tantos partió hacia Europa para reemplazar a un histórico, como Nicolás Otamendi. O Giuliano Simeone, para ser uno de los delanteros junto a Nicolás Paz (volante del Como, de Italia) que, por primera vez, fue titular con la celeste y blanca. Pero el funcionamiento no se resiente. Cada uno sabe qué tiene que hacer. La salida es prolija, el toque una religión, la presión y la recuperación tampoco faltan y así todo llega por decantación. Es un equipo que descansa con la pelota en su poder, así todo se le hace más simple.
Scaloni junto a su cuerpo técnico saben que pese a la tercera estrella que se conquistó en Qatar en diciembre de 2022 no debe dormirse en los laureles. Que el recambio deberá llegar inexorablemente porque varios de los indiscutidos de ese Mundial llegarán próximamente al borde de sus posibilidades.
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Ya en la inolvidable goleada contra Brasil este grupo demostró que ya no es necesario girar alrededor del 10 que transita por estas épocas por la menos exigente MLS estadounidense y al que, al borde de los 38 años, el cuerpo le pasa factura con tantos partidos acumulados en la temporada. Por eso este miércoles en Chile apenas saltó a la cancha a los 11 minutos de la segunda mitad para aportar algunos destellos. Básicamente se cuidó con el objetivo de estar el martes contra Colombia en el Monumental, en el que puede ser uno de sus últimos partidos en territorio argentino.
Más allá de la nostalgia que provocará Messi cuando se retire, los argentinos tienen que quedarse tranquilos porque el recambio asoma. El debut de Franco Mastantuono es la mejor muestra. Con apenas 17 años —el 14 de agosto cumple los 18— el pibe nacido en Azul está a punto de irse al Real Madrid en una cifra que será récord y quedó en la historia como el más joven en ponerse la casaca del actual campeón del mundo.
Es la gran apuesta a futuro de Scaloni, consciente de que tiene un diamante al que puede moldear. Lo vienen siguiendo desde las selecciones juveniles y el gran rendimiento en River potenció las certezas que lo llevaron a convocarlo primero y a mandarlo a la cancha después, aunque no fueran más que unos 10 minutos en los que Mastantuono hasta se dio el lujo de ensayar pases con Messi. El legado ya se puso en marcha.
ML
