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Francisco y la Rerum Novarum

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Rerum novarum. Encíclica redactada por el papa León XIII. | NA

Hace días el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, declaraba: “Los argentinos quisimos meter al Papa en nuestras discusiones: no lo dejamos a Bergoglio ser Francisco”. Sin embargo, cabe la hipótesis de que fuera Francisco, con sus declaraciones, recepción de dirigentes políticos, gremiales, y personas que hablan en el país en su nombre (como es el caso de Grabois), quien quiso seguir siendo Bergoglio para poner su condición de papa al servicio de un gobierno populista (en sintonía con las preocupaciones políticas que la Iglesia católica expresó en la encíclica Rerum novarum). Veamos:

Los conflictos desatados por la primera revolución industrial dieron lugar a movimientos sociales que expresaron su rechazo al nuevo modo de producción y a la explotación de la fuerza de trabajo por parte de este: destruyendo máquinas (como fue el caso del “ludismo”) o creando sindicatos que no solo rechazaban esas formas de explotación, sino que también buscaban un nuevo modelo de sociedad a partir de la socialización de los medios de producción. Esto último es lo que aparece en “El manifiesto comunista” (redactado por Marx y Engels a pedido de la Liga de Sindicatos Comunistas de Europa y aprobado por estos en Asamblea de 1848).

Años después aparece la encíclica Rerum novarum, “otro manifiesto” ahora de la Iglesia católica, redactado en 1891 por el papa León XIII. encíclica que expresa la preocupación de esa Iglesia por el grado de conflictividad social, así como por el avance de las organizaciones comunistas que cooptaban obreros y marginales (el “fantasma” que recorría Europa). En dicha encíclica la Iglesia expresa su apoyo a los trabajadores en cuanto a defender sus derechos, formando uniones o sindicatos, pero contraria a la lucha de clases. Promueve en cambio las relaciones entre el gobierno, las empresas, los trabajadores y la Iglesia, en sintonía con una organización socioeconómica que algunos llaman “corporativismo”.

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Años después, los avances que mostraba este nuevo modo de producción (entre otras cosas por la consolidación de las democracias) debieron influir en aquellas primeras afirmaciones ideológicas, tanto del marxismo como de la Iglesia católica.

En el caso del materialismo histórico, ochos años después de escribir “El manifiesto”, Marx dedica dos años a profundizar sus estudios en economía política, y como resultado de esos estudios escribe el “Prefacio” a la Contribución a la crítica de la economía política (inconcluso), para afirmar que el motor de los cambios sociales no es la lucha de clases, sino que lo es el desarrollo de todas las potencialidades que encierra el nuevo modo de producción. En palabras de Marx: “Al llegar a una fase determinada de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las… relaciones de propiedad… Se abre entonces un período de revolución social” ... “ninguna formación social desaparece antes de haber desarrollado todas las fuerzas productivas que caben en su seno”. Es el camino que parece haber tomado China, sacando de la pobreza a millones de chinos.

En el caso de la Iglesia católica, por el contrario, refuerza sus temores y radicaliza las posiciones ideológicas expresadas en la Rerum novarum. Una prueba de ello es lo expresado por Francisco, al declarar en su encíclica Laudato si’ del año 2015, que “el capitalismo mata”. Esto en línea con los guiños aprobatorios hechos a los gobiernos populistas.

Todo esto sin olvidar declaraciones y actos de Francisco que merecen reconocimientos, como la defensa del medio ambiente, la igualdad de derechos y la condena a las guerras.

*Sociólogo.

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