COLUMNISTAS
Resultados

Uno a uno

Me acuerdo por ejemplo de cuando dejaron en libertad a los peores criminales de toda la historia argentina, probadamente responsables de secuestros y torturas y asesinatos, o de hechos de violencia de distinto calibre; fueron juzgados y condenados y encarcelados, y cumplían su condena. Les abrieron la puerta y salieron. Hubo protestas, no digo que no. Pero pasó y fue admitido.

Me acuerdo también del suicidio de una actriz, y de la caída desde un balcón de otra actriz; ambos hechos lamentables. Hubo congoja, no digo que no. Pero esos hechos fueron extrañísimos, y las circunstancias que los rodearon también; la clase de hechos que generan intrigas interminables, inacabables indagaciones. Pero pasaron y de repente ya no hubo más preguntas.

Me acuerdo del helicóptero que volaba y se precipitó a tierra. Algunos dijeron que chocó contra unos cables de alta tensión. Otros dijeron que el aparato tenía marcas de impactos de bala.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El asunto cobró especial importancia porque entre los muertos estaba nada menos que el hijo del presidente de la Nación. Pero fue el propio presidente el que dijo: “Accidente”, mientras su mujer o exmujer exclamaba: “Homicidio”. Y no se supo más.

Me acuerdo del episodio de venta ilegal de armas en la guerra entre Perú y Ecuador, de extrema gravedad. Me acuerdo de la explosión de un arsenal en Río Tercero. Me acuerdo de los muertos que costó esa explosión. Y de que todo quedó en la nada.

Tal vez se ensaye, cada tanto, una especie de experimento social en la Argentina, que es medir qué tanto estamos dispuestos a tolerar, a qué punto de degradación estamos dispuestos a llegar, a cambio de algún tiempo de estabilidad monetaria. La inflación como tal es dañina y desgastante, y subestimarla es o ha sido un gran error político. Lo que ese presunto experimento social mediría es, a cambio de cierta estabilidad, por relativa que sea, por endeble o artificial que resulte, qué tan bajo estamos dispuestos a caer, qué tan indignos estamos dispuestos a ser, qué tanto podemos hacer gorda la vista incluso ante hechos severos.

Que multipliquen a los pobres y además se burlen de ellos. Que golpeen salvajemente a los viejos, cada semana, aunque son viejos. Que a los enfermos de cáncer los manden literalmente al muere. Cosas así. Una especie de experimento a lo Milgram: medir cuál es el límite, cuándo y cuánto es demasiado, en qué punto se dice basta, o si nunca se lo dice. Es como si un experimento de esa índole se hiciera cada tanto con nosotros, con resultados siempre penosos.

OSZAR »