ESPECTACULOS
‘La Peña Atravesada’

Una cita obligada porteña volvió con fuerza y va por más

Oiga! Orquesta retomó su ciclo con una noche colmada de música, danza y comunidad. Pero esto recién empieza: habrá nuevas fechas hasta noviembre.

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Retorno. El encuentro, que ya supo dejar huella en años anteriores, tuvo su regreso en Atroden Club y promete mantenerse firme y presente con ediciones bimensuales hasta noviembre. | GZA. PRENSA ANDRES VALENZUELA

La música popular tuvo su fiesta. La Peña Atravesada –el ciclo organizado por la orquesta cooperativa Oiga!– volvió a sonar en Buenos Aires con una primera fecha colmada de baile, público diverso y espíritu festivo. El encuentro, que ya supo dejar huella en años anteriores, tuvo su regreso en Atroden Club y promete mantenerse firme con ediciones bimensuales hasta noviembre. A lo largo de cada fecha, la propuesta despliega mucho más que un concierto: se trata de un espacio que mezcla lo ritual con lo espontáneo, donde el folklore se encuentra con nuevas generaciones, con perspectiva de género y espíritu colectivo.

—¿Qué significa para ustedes retomar la Peña Atravesada después de tanto tiempo, y cómo sienten que fue evolucionando el ciclo desde sus inicios hasta hoy?

Alejandro Petkevicius: Nos pasó que el lugar donde iniciamos la Peña entró en reformas y tuvimos que buscar otro espacio que tuviera un escenario en donde entremos les 19 y que además la técnica estuviera buena, hubiera lugar para bailar, entre otras cosas. Atroden fue la opción que cerró y estamos planteando un ciclo bimensual de mayo a noviembre. Somos una orquesta folklórica cooperativa que no tiene un circuito posible en la ciudad en que se generó, porque o son de otras músicas –como el tango o el rock– o no están preparados para, dentro del folklore, recibir a una orquesta. Y lo que no existe a veces está esperando que alguien lo genere. Nos interesa retomar esa energía entre lo cálido y lo manija que se fue armando peña a peña, buscando un lugar de encuentro en tiempos de confusión y dispersión. Si bien es la peña que queremos tener, a su vez, es la peña que se va armando cada vez que tiene lugar. Por ejemplo, algo que estaba entre las ideas pero que no habíamos llegado a organizar era la posibilidad de un momento para el micrófono abierto y la compartida espontánea, más allá de los shows y, para nuestro placer, lo fueron proponiendo los mismos invitados arriba del escenario.

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—La Peña se define como un espacio con perspectiva de género dentro del folklore. ¿Qué desafíos encontraron al impulsar esa mirada dentro de un ámbito históricamente tradicional?

Nicolás Costanzo: El espacio peñero es popular y eso implica, entre otras cosas, encontrarse con una multiplicidad de visiones sobre lo que se desea, se debe y lo que está permitido que acontezca ahí. Nos hemos encontrado con contextos muy tradicionales dónde nuestra impronta y disidencia fueron recibidas y tan solo algún enmascarado en redes sociales nos vino a hatear mientras que también en algún espacio compañero e inclusivo de forma amable se nos han acercado a decirnos que nuestra propuesta ahuyenta a bailarines. Probablemente el mayor desafío con el que nos enfrentamos sea el de entenderse parte de una tradición pero con una voz propia.

—¿Cuál es el rol que creen que deben ocupar hoy las agrupaciones independientes de folklore en la construcción de nuevos públicos y circuitos culturales?

Soledad Venegas: Creemos que las agrupaciones independientes de folklore ocupamos hoy un rol clave en la construcción de nuevos públicos y circuitos culturales. No solo como intérpretes, sino como agentes culturales que diseñan propuestas situadas, con una mirada crítica y comprometida. En ese camino, apostamos a generar espacios propios –como esta peña– que vinculen la creación colectiva con la comunidad, y donde lo popular sea sinónimo de renovación, encuentro y construcción compartida.

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