El papa Francisco era conocido como un papa político. Mantuvo relaciones cordiales con diferentes gobiernos, inclusive aquellos que eran denunciados por violar los derechos humanos y esta al frente de experiencias autoritarias.
Además, recibió con amabilidad a quienes tuvo en frente cuando era arzobispo porteño, como Cristina Kirchner e inclusive recibió afectuosamente a Javier Milei que había dicho que el sumo pontífice era “un imbécil”, y el “representante del maligno en la Tierra sentado en el trono de Dios”.
¿Cómo podemos analizar esta particularidad de Francisco? ¿Es parte de la cintura que tiene cualquier político que, en palabras de Cristina Kirchner, debe olvidar cualquier ofensa que supere los seis meses?
¿Estábamos frente a la puesta en pie del perdón y la empatía como actos religiosos o simplemente era el ejercicio de la responsabilidad institucional de un líder religioso y jefe de Estado?
En resumidas cuentas, ¿qué diferencia hay entre estas virtudes del papa y la hipocresía de los políticos que son capaces de decir que Francisco representa al diablo, como Javier Milei o que defiende la muerte, como Patricia Bullrich y luego, como lo hizo la ministra de Seguridad, vestir de luto en el funeral del Santo Padre?
Muchas teorías de diferentes disciplinas hablan de la necesidad de no hacer y decir lo que deseamos y pensamos para que funcione la sociedad. Freud en El malestar en la cultura plantea la renuncia que el individuo hace de sus impulsos y deseos más primitivos para ser parte de la sociedad.
El sociólogo Erving Goffman en la “Presentación de la persona en la vida cotidiana” plantea que la vida social funciona como teatro en el que las personas usamos máscaras, fachadas y todo tipo de construcciones narrativas para poder convivir y al mismo tiempo, intentar realizarnos, sin chocar directamente con los demás.
Uno de los padres de la sociología, Max Weber, introdujo una diferencia en la ética. La ética de la convicción y la ética de la responsabilidad para diferenciar dos cualidades que deben tener los políticos para poder desenvolverse correctamente.
El profesor de filosofía mexicano Gerardo Laveaga lo explica en el canal estadounidense realizado en español AMX. Según sus palabras, la ética de la convicción “consiste en seguir las propias convicciones pase lo que pase y se afecte a quien se afecte”.
“Hay algo religioso en esta forma de concebir la política. Quien actúa sólo guiado por su fe obra conforme a ella y deja el resultado en manos de Dios”, dice Laveaga.
Y agrega: “Cuando el político que se guió por sus convicciones descubre que las cosas salieron mal culpa al mundo entero, a sus colaboradores, a la estupidez humana y a cualquier otro”.
En cambio, explica que “la ética de la responsabilidad exige que un político considere las consecuencias de sus decisiones, que sopese costos y beneficios que pondere cuanto se gana y cuánto se pierde si hace una cosa o la otra”.
Y concluye: “La línea entre las convicciones y la responsabilidad se hace tenue. Guiarse por la responsabilidad no significa que un político no tenga convicciones, pero debe entender que estas deben subordinarse al momento y a las circunstancias”.
El papa en su carrera, tuvo muchas veces que balancear entre estas dos éticas, por así decirlo. Uno de los acusaciones más graves que se le hace, es que no hizo lo suficiente para salvar dos jesuitas que estaban en su orden.
Y por otro lado, se lo acusa de influir en la Universidad del Salvador para condecorar con un reconocimiento académico a uno de los más crueles miembros de la junta militar, el almirante Massera.
En la entrevista que le realicé en marzo de 2023, habló sobre este período. “A veces había que luchar cuerpo a cuerpo para salvar gente, y a veces había que hacerse el zonzo para lograr de otra manera una negociación”, dijo Francisco.
Y agregó: “La última vez que estuve con Massera me levanté y me fui bastante maleducadamente. Con Videla estuve dos veces. Ahí en la casa de Campo de Mayo, cuando era Comandante en jefe. Había que ir a negociar y tratar de sacar la mayor cantidad de gente posible”.
En el libro Salvados por Francisco, el autor Aldo Duzdevich documenta 25 casos concretos de personas que fueron rescatadas por Jorge Bergoglio durante la dictadura militar argentina (1976–1983).
Estos testimonios detallan cómo el entonces provincial de los jesuitas ayudó a individuos perseguidos a escapar del país, ocultándolos en el Colegio Máximo de San Miguel o facilitando su salida al extranjero mediante diversas estrategias y con gran riesgo personal.
Por otro lado, el periodista italiano Nello Scavo, en su libro La lista de Bergoglio, estima que Bergoglio salvó a más de un centenar de personas. Su investigación se basa en testimonios de sobrevivientes y documentos que revelan una red de protección organizada por Bergoglio para asistir a sacerdotes, seminaristas, laicos y militantes políticos en peligro.
El cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco comenzará el 7 de mayo
La Universidad del Salvador, vinculada a la Compañía de Jesús, normalmente se dice, la Universidad del papa, le otorgó el título de doctor honoris causa a Massera el 25 de noviembre de 1977.
Este acto fue presidido por Francisco José Piñón, rector de la universidad en ese momento, y estuvo relacionado con la intervención de la institución en la administración de la USAL durante ese período.
Se ha especulado que este reconocimiento podría haber sido la estrategia de Bergoglio para facilitar la liberación de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes habían sido secuestrados por la dictadura y liberados poco antes de la ceremonia.
Aunque Bergoglio no estuvo directamente involucrado en la entrega de este reconocimiento, su vinculación con la USAL y su relación con Piñón, fomentan esta hipótesis. Podríamos decir que no se habría hecho esto sin la orden de Bergoglio, esa es mi conjetura.
Sin embargo, hay quienes siguen criticando a Francisco, aún después de fallecido por su accionar. Por ejemplo, ayer mencionábamos en el pase con Marcelo Longobardi las palabras del periodista inglés John Carlín que publicó un columna titulada “¿Un santo puede ser un cobarde?”.
“Francisco nunca alzó la voz en contra de Videla, Galtieri y compañía. Casi nadie podía, es verdad. Para una persona normal las consecuencias de denunciar a los militares eran terroríficas”, escribió.
Y señaló: “Pero Francisco no era una persona normal. Era el Padre Jorge Bergoglio, el provincial, o jefe, de los Jesuitas en Argentina. Su cargo le daba una cuota de protección que los demás no tenían. Pero ni pío. Como el resto de la jerarquía de la Iglesia argentina colaboró, en silencio, con la dictadura. En el mejor de los casos fue un cobarde”.
Más adelante, lo criticó también por su papel en la Guerra de Ucrania. “La interpretación más generosa de la actitud del papa Francisco hacia el horror de la guerra de Ucrania es que se mantuvo neutral”, sostuvo el periodista.
“Una vez más, a la hora de la verdad, fue un cobarde. Lo que no quita que haya sido también un hombre bueno. Sí, sí, claro que sí. Pero un gran hombre, o un santo, como algunos ya claman, por favor, no”, aseguró.
Bueno, imaginemos los papas que les tocó atravesar la Primera Guerra Mundial o la Segunda Guerra Mundial.
En la Guerra de Ucrania, hizo lo posible como en la dictadura militar. Trató de construir relaciones para que se derrame la menor cantidad de sangre posible. Es inexplicable el reproche en ese sentido.
En la relación con los presidentes, también el papa Francisco ejerció este balance entre la ética de la responsabilidad y la de la convicción. La acusación contra Bergoglio y su rol en la dictadura nació en el gobierno de Néstor Kirchner.
Yo diría que fue exactamente promovida por Nestor Kirchner, que tenía una pésima relación con Bergoglio, luego de que el arzobispo de Buenos Aires siguiera señalando la pobreza que aún había en Argentina.
O sea, instalar que el papa había sido pro dictadura fue parte de la estrategia de Nestor Kirchner. Salvando las enormes distancias, hizo exactamente lo mismo conmigo.
Luego, la relación con Cristina Kirchner también estuvo cruzada por polémicas, como el matrimonio igualitario y el estilo populista confrontativo de la ex presidenta. Tal es así que, ni bien fue electo papa, en el 2013, la sorpresa fue recibida con mucho desconcierto en la Casa Rosada.
Sin embargo, el entonces papa recibió afectuosamente a Cristina Kirchner, como luego lo hizo con Javier Milei. En la reunión, la entonces presidenta le regaló un equipo de mate y una bufanda, mientras que Francisco le regaló una imagen bajorrelieve de la Plaza San Pedro.
Luego, de este encuentro, el papa construyó una buena relación con la expresidenta y tuvieron siete encuentros. En la entrevista que le hice, le pregunté por estas reuniones y me respondió algo así como: “¿qué iba a hacer?”
El caso de Javier Milei es aún más paradigmático por la virulencia de las declaraciones del Presidente. En abril de 2024, el presidente argentino fue recibido afectuosamente por Francisco, luego de que Milei dijera que el Sumo Pontífice era el representante del maligno en la Tierra.
En relación a la ministra Bullrich, el papa fue muy crítico del accionar represivo de las fuerzas de seguridad sobre los jubilados.
En septiembre de 2024 dijo: “Me hicieron ver una represión, hace una semana o un poco menos. Obreros, gente que pedía por sus derechos en la calle. Y la Policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad"
Y agregó: "Y no tenían derecho a reclamar lo suyo, porque eran revoltosos, comunistas, no, no. El Gobierno se puso firme y en vez de pagar la justicia social pagó el gas pimienta, le convenía”.
En una nota de Nicolás Carrizo para Perfil.com, Patricia Bullrich contestó, desde La Fontana di Trevi, a una punzante pregunta del periodista. “Argentina durante años repartió, repartió y repartió planes, y eso no fue bueno. Hoy lo vemos, hay gente procesada, se terminaron robando un montón de dinero”, dijo la funcionaria en ese entonces.
Y siguió: “Durante veinte años tuvimos nuestra Ciudad de Buenos Aires absolutamente tomada. El orden público y la posibilidad de gozar de la Ciudad es algo que yo voy a defender. Fue una diferencia, él tuvo ese punto de vista, yo nunca le contesté, nunca dije nada ni me sentí aludida porque creo que lo que estamos haciendo es lo correcto, pero, bueno, fue su punto de vista en vida”.
La respuesta de Patricia Bullrich fue atinada, que no es lo habitual en ella. Defendió su punto de vista y es cierto que nunca contestó esa crítica del papa. Sin embargo, es interesante explicarse por qué la ministra de Seguridad en particular formó parte de la comitiva.
¿No tendrá que ver con intentar lavar la imagen de la ministra, luego de que fuera criticada por Francisco luego de hacer algo tan poco popular como reprimir jubilados? O se trata de una provocación más de Javier Milei que hipócritamente va allí a mostrar dolor y respeto por alguien que considera que sus ideas están totalmente equivocadas.
Tal vez aquí encontremos un punto de diferencia entre la hipocresía y el zigzagueo de opiniones al que nos tienen acostumbrados a veces los políticos y la ética de la responsabilidad que vemos en Francisco.
La primera es simplemente está al servicio de los políticos, la segunda busca un bien común, un bien mayor. Se hacen concesiones a los pensamientos del otro, pero con un objetivo superior: salvar personas de la dictadura, que la iglesia pueda seguir haciendo trabajo social en un territorio ocupado militarmente, etc.
En ese sentido, Milei y Trump yendo a su velorio luego de oponerse, a veces virulentamente a sus ideas, ¿son hipócritas o están siendo estadistas responsables que independientemente de lo que piensan buscan representar correctamente a sus países?
Vamos a dejar al libre albedrío de cada uno opinar en este caso. Y para intentar darles el beneficio de la duda nos vamos con la canción Responsable de los Hermanos Alvarado.
MC/ff