Haciendo un breve repaso de las elecciones de CABA, nos muestran que Milei llevando a Adorni quedó primero, que Leandro Santoro hablándole a los porteños quedó segundo, y que Macri con Lospennato quedó tercero. ¿El batacazo? El ausentismo, quien nadie lo esperaba y se llevó el porcentaje más alto.
Algunos lo relacionan con el desencanto que la sociedad siente respecto a la política. La falta de confianza lleva a no concurrir a votar. Es una manera de demostrar ese desencanto. Si a eso le sumamos la difícil situación económica por la que atraviesan los jubilados, pensionados y la clase media, podríamos inferir que no ayudó a que el porteño concurriera a las urnas como todos esperábamos.
La gran tarea es hacerse cargo de este desencanto y generar esperanza en el pueblo de la Ciudad de Buenos Aires para que vuelva a concurrir a las urnas.
En una ciudad históricamente adversa, donde el peronismo muchas veces fue relegado a los márgenes del escenario político, esta elección dejó un dato inapelable: se consolidó una nueva realidad en la Legislatura porteña. Un bloque de 20 legisladores, el más numeroso, y con capacidad concreta de incidir en la agenda parlamentaria. El peronismo dejó de ser una fuerza testimonial para convertirse en actor inevitable.
No pudimos transmitir este mensaje con la contundencia que merecía. Quizás porque la expectativa era otra. Cuando la meta es ganar, todo lo que no sea eso se siente insuficiente.
Después de las elecciones en CABA: cuándo se vota en la provincia de Buenos Aires
Los datos hablan por sí solos. Se amplió la representación, se recuperaron comunas, se ganó en la mayoría de los barrios. En medio de un panorama nacional adverso, con derrotas duras y repliegues por todo el mapa, en la Ciudad de Buenos Aires el peronismo avanzó.
Ese avance no es solo cuantitativo. Es político. Se abre una etapa donde el bloque justicialista podrá ofrecer gobernabilidad, construir mayorías, marcar el pulso de muchas discusiones clave, proponer una agenda propia que le mejore la vida a los porteños. Y eso no es casual. Es el resultado de una conducción que supo sostenerse en el tiempo, leer los momentos y priorizar la construcción colectiva.
Una figura como la de Juan Manuel Olmos encarna justamente esa idea de continuidad, de paciencia estratégica, de institucionalidad peronista en un distrito esquivo, de amplitud, de preocuparse y ocuparse que todos los espacios se sientan protagonistas. Esta elección demostró que es importante tener un buen candidato que interprete a la sociedad, un buen jefe de campaña y a todo el peronismo unido.
Algunos critican que no festejamos. Quizás haya sido un error no celebrar. Había motivos para hacerlo. No por conformismo, sino por justicia. Porque lo que parecía imposible hace años, hoy es un piso firme desde donde crecer. Cuando la militancia se entrega de lleno, no hay derrota posible. Cada voto, cada volante, cada acto es parte de una construcción que no se detiene.
Nos tenemos que llevar en nuestra cabeza y corazón que con amplitud, generosidad, dejando los egos de lado, y con conducción política vamos a ser gobierno en la Ciudad. El peronismo nació para ser protagonista, para ejercer el poder y cambiar la vida a las personas y este es el camino.
Hay algo que cambió. Lo entienden quienes militan, quienes caminan los barrios, quienes sostienen los espacios aún en la adversidad. La Ciudad dejó de ser territorio inalcanzable. Y lo que ayer era resistencia, hoy empieza a ser poder real.