Aunque mucho se habla del bullying y los casos más graves resuenan en los medios, no hay suficientes campañas que —además— sean efectivas y lleguen hasta sus verdaderos destinatarios: los propios adolescentes, que pueden ser muy crueles. Por eso, en el “Mes Mundial contra el Bullying” se destacó una nueva idea que busca divulgar y prevenir este tema. La campaña tuvo su debut esta semana en la Escuela Secundaria N° 1 de Carmen de Areco, provincia de Buenos Aires.
La iniciativa, bautizada “Pinceladas que transforman”, incluyó la realización de un taller de discusión sobre el tema, que convocó a alumnos, docentes y expertos. Tras esa actividad, a la que se sumó la ONG especializada “Libres de Bullying”, los chicos participantes discutieron y eligieron media docena de frases antibullying, y las pintaron para intervenir —preventivamente— los mismos espacios: pasillos, baños y aulas, donde suelen concretarse los mensajes de acoso en las escuelas.
El bullying en el aula, causal de depresión y deserción escolar
Claro, estas pintadas, en lugar de agresiones, responden a mensajes de compañerismo, positividad y respeto por los otros.
El bullying es un problema silencioso que realmente afecta a millones de chicos y adolescentes. Y justamente en mayo, considerado el “Mes Mundial contra el Bullying”, según datos recopilados por la UNESCO, alrededor de uno de cada tres estudiantes, en forma global, ha sido víctima de algún tipo de acoso escolar. Y esto impacta directamente sobre su bienestar emocional, su autoestima y, por supuesto, en su rendimiento académico.
“El maltrato de varios contra uno y las burlas entre compañeros es algo que existe desde siempre. Pero a partir de 2015, todas estas situaciones se intensificaron mucho”, le explicó a PERFIL la psicopedagoga María Zysman, directora de la ONG especializada “Libres de Bullying”.
—¿Por qué pasó eso?
—Porque en esos años se masificó el uso de smartphones, el Wi-Fi, el acceso a redes sociales y los juegos en red. O sea, hace ya una década hubo un cambio social muy grande y el foco dejó de ser reírse en el aula para pasar a ridiculizar al otro en espacios digitales.
Según Zysman, “con Facebook, Snapchat y ahora WhatsApp o Instagram, se puso más en juego la identidad de cada uno. Aumentaron las formas de criticar y la cantidad de espacios donde golpear a la vulnerabilidad. Por ejemplo, es muy simple empezar a lastimar a alguien con solo dejarlo ‘afuera’ de un nuevo grupo de chat por ser diferente”.
Acciones y síntomas
Zysman comentó que “es interesante esta campaña de pintar consignas positivas en lugares similares a donde pueden llegar a verse pintadas ofensivas, o donde se garabatean palabras hirientes en paredes o en redes, y que causan dolor en otros”. También destacó como algo positivo que esas frases empáticas hayan sido pensadas y discutidas en algún taller o espacio por los mismos chicos que afrontan esas situaciones en sus grupos.
La experta también llamó la atención sobre los indicios a los que todos —chicos, padres, docentes— deben estar atentos para poder intervenir ante este triste fenómeno social a tiempo. “Se puede ver cuando alguien llega y quiere sentarse en la ronda de charla y no le dan lugar. O en un micro escolar, o en el aula del colegio. Y hasta hay indicadores físicos de esas posibles situaciones. Una forma de moverse o de pararse de quien está sufriendo esa agresión”, señaló.
Eso puede pasar en la escuela o en el club. Y se nota ya desde casa, con un chico que prefiere faltar seguido o no hacer su deporte favorito, por ejemplo. Y no porque sea vago o le cueste.
Ante esos indicios, es importante que el docente o el directivo que los nota intervenga, indague. Y Zysman recuerda que “también los padres pueden hacer lo suyo. Un ejemplo concreto de este lugar de discriminación son las fiestas de cumpleaños. ¿Se invitó a unos pocos o a casi todos los compañeros? ¿Dejaron a alguien afuera? ¿Por qué?” Y finalmente, los mismos chicos no involucrados que presencian esa situación pueden hacer algo. “Por ejemplo, si hay burlas abiertas en un lugar común, no participar, ni reírse. O directamente irse de los grupos de WhatsApp donde se bardea sistemáticamente a una persona”.
Faltan campañas que tengan continuidad
El operativo de pintadas con consignas positivas en los pasillos y baños de una escuela secundaria pública fue auspiciado por una compañía privada en el marco de su campaña de responsabilidad social. “Pensamos que el color y las frases elegidas por ellos generan pertenencia y pueden ayudar a la convivencia escolar. Por eso participamos de esta nueva propuesta, a través de nuestro programa de mejoramiento de los espacios educativos. Es un plan que ya alcanzó a unas 4.700 escuelas en todo el país”, le comentó a PERFIL Verónica Bartolini, jefa de Comunicación de la compañía Tersuave, que donó los materiales para las pintadas y auspició la actividad de integración.
Todos somos parte de la solución contra el bullying
Para María Zysman, directora de la ONG especializada “Libres de Bullying”, otro déficit actual es la falta de continuidad de las campañas preventivas. Se han hecho acciones a nivel nacional y también en algunas provincias y municipios. “Pero lo que veo, luego de décadas de trabajar esta temática, es que las campañas no logran continuidad. Lo que se empieza en una gestión, cuando hay un recambio de autoridades, se suele abandonar. O se propone algo diferente. Y se pierde tiempo y se malgastan esfuerzos”.
