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Debate porteño

A quién le hablan los candidatos

La suspensión de las primarias y el adelantamiento del comicio porteño suponían una oportunidad para rediscutir qué pasa y hacia dónde va el lugar donde millones de personas viven y desarrollan sus actividades. Pero no.

Los candidatos a legisladores porteños debate 20250429
Los candidatos a legisladores porteños. | NA

Chicana. Ataque. Descalificación. Defensa. Contraataque. Los manuales de los políticos profesionales vuelven a exhibirse a medida que avanza la campaña electoral. ¿Propuestas concretas y razonables para intentar mejorar la vida de nuestra gente? Bien, gracias.

El triste espectáculo del debate que ofrecieron los 17 (lo escribo en letras para que nadie crea que se escapó un dígito: diecisiete) candidatos para renovar la mitad de la Legislatura porteña fue la enésima reiteración de esa lógica.

El formato no contribuye, es cierto. Tomado de experiencias europeas complejas de aplicar a la idiosincrasia argentina, concluye con resultados opuestos a los teóricamente buscados: que la ciudadanía conozca a quienes la van a representar y sepan qué quieren para la Ciudad, en este caso.

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A lo largo de imposibles 3 horas y obligados a estar allí, los postulantes no pudieron, quisieron o supieron satisfacer esa aspiración. Era previsible. Con registros de bajísima audiencia en el oficial Canal de la Ciudad (aunque por encima de su promedio habitual), quedarán los recortes en las redes y sus memes. Tiempos modernos.

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El desperdicio queda aún más expuesto al tratarse de una elección local. La suspensión de las primarias y el adelantamiento del comicio porteño suponían una oportunidad para rediscutir qué pasa y hacia dónde va el lugar donde millones de personas viven y desarrollan sus actividades.

Pero no. Quedó al desnudo que importa menos debatir qué CABA tenemos o queremos (perdón por la licencia porteñocentrista) y más que este test electoral integre batallas políticas de otras dimensiones. Así, adquiere rol protagónico el enfrentamiento de los hermanos Milei con los primos Macri, para desentrañar quién son los mejores para antagonizar con los Kirchner. Suena a botín de guerra entre familias. En clave política, se aclara.

La pelea electoral en la Ciudad termina siendo entonces una excusa para otra cosa. Al punto que de sus resultados puede depender, por ejemplo, el rumbo que tomarán las disputas en la provincia de Buenos Aires entre La Libertad Avanza y el PRO por su coalición en ciernes. E influir en los ánimos separatistas entre el kirchnerismo de Cristina Fernández más La Cámpora y el kirchnerismo de Axel Kicillof, su (¿ex?) hijo político. Más familia.

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Ni hablar del impacto que los números porteños podrían tener en el armado de las listas nacionales. CABA pondrá en juego 13 bancas en Diputados (la mayor cifra después del territorio bonaerense) y las 3 en el Senado. Octubre parece quedar lejos, pero no tanto.

Este juego acaso explica por qué se minimiza la problemática local y la dirigencia insiste en debatir su propia agenda, que no suele ser la que concentra las preocupaciones mayoritarias de la ciudadanía. El riesgo de que corran por caminos paralelos los intereses políticos de los sociales y raramente se crucen resulta en apatía electoral y crisis de representación.

Aún cuando no es un fenómeno nuevo, este año amenaza con agravarse. Las constituyentes en Santa Fe tuvieron un piso récord del 55% de participación. El mínimo histórico en CABA para comicios locales fue el 68,5 en 2007 y en 2023 arañó el 70% en las PASO.

A la vista de lo que hacen y dicen, muchos de nuestros dirigentes políticos parecen hacerle caso omiso a estas señales. Y repiten más de lo mismo.

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