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PROTAGONISTAS DEL PRESENTE. Javier Milei, Mauricio Macri, Cristina Kirchner y Axel Kicillof, arrojados a la rueda del destino con consecuencias aún impredecibles. | cedoc

A dos semanas del triunfo de Manuel Adorni en las elecciones legislativas de la Ciudad de Buenos Aires, además de generarse un sobredimensionamiento del grado del triunfo de la La Libertad Avanza, del cual distintas columnas de la semana pasada de PERFIL ya advirtieron que no tenía la magnitud que se le asignaba, nos encontramos ahora con que primero Cristina Kirchner y luego Axel Kicillof salieron a advertir riesgo de derrota del peronismo en las legislativas de septiembre de la provincia de Buenos Aires nuevamente en manos de La Libertad Avanza.

Con el habitual ánimo contracorriente que debe caracterizar al pensamiento crítico, volvemos a discrepar de quienes proyectan solo resultados crecientemente positivos para Milei, pronosticando en su devenir hasta su reelección para 2027. Es cierto que hay una retroalimentación tanto en el éxito como en el fracaso que profundiza siempre la tendencia, pero no es la última la única fuerza en acción.

Primero las ventajas y desventajas de desdoblar la elección local de la nacional no son las mismas en el conurbano bonaerense que en la Ciudad de Buenos Aires o la mayoría de las provincias.

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La densidad poblacional del Conurbano al mismo tiempo de su mayor concentración de pobreza genera una relación mucho más próxima (y por momentos más dependiente) de los votantes con sus intendentes, que, sumado a la clásica capacidad de movilización del peronismo en esas áreas, explica por qué los intendentes peronistas son los impulsores del desdoblamiento, contradiciendo las críticas de Cristina, por lo menos respecto de la suerte de las elecciones locales de septiembre.

Paralelamente, consultores expertos, como Jaime Duran Barba, siempre recomiendan omitir estrategias electorales triunfalistas que den por conseguido un éxito, como le sucedió a Leandro Santoro, y, por el contrario, mostrarse siempre necesitado de apoyo para movilizar y hacer ir a votar a quienes teman el triunfo del adversario. Tanto se dio por ganador al peronismo en la Ciudad de Buenos Aires, incluso el propio Mauricio Macri, que se le permitió a Adorni sumar votos de quienes no querían un triunfo “kirchnerista” en la capital del país. Advertir ahora sobre el posible triunfo de los candidatos bonaerenses de Milei podría generar un mayor esfuerzo en la campaña del peronismo.

Pero aun asumiendo que La Libertad Avanza ganase las elecciones nacionales de octubre, incluso de forma arrolladora de verdad, como si fuera un plebiscito de su gestión pasando el 50% de los votos de un balotaje, la pregunta es si el día después ese triunfo se convertiría en verdadero capital político capaz de ejecutar en el Congreso todas las reformas a las que aspira, ampliar la Corte Suprema, concentrar mayor suma de poder público para aplastar cualquier resistencia que pudiera oponérsele.

O si, por el contrario, los temores que pudiera generar un giro más autocrático y menos republicano como resultado de un triunfo arrollador no terminará generando en la sociedad un despertar opositor, como le sucedió a Mauricio Macri después de triunfar en las elecciones de octubre de 2017, o a Carlos Menem, luego de ganar las elecciones de octubre de 1995, cuando ellos, luego de alcanzar el cenit de su aprobación electoral, comenzaron su período de decadencia, en el caso de Macri, de conclusión vertiginosa; y en el de Menem, más pausado, pero 15 meses después de su resonante triunfo electoral el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas marcó la ruptura de la sociedad con su presidente haciendo que lo que hasta entonces resultaba para muchos hasta divertido pasara a ser insoportable por una parte mayoritaria de la población.

Como tantas veces se ha dicho, la historia no se repite pero a veces rima, y un triunfo de Adorni en la Ciudad de Buenos Aires en mayo y una alianza de LLA con el PRO no permiten dar por descontado su triunfo en septiembre en la provincia homónima. De la misma forma que si las elecciones en la Ciudad hubieran sido la primera semana de abril, antes de la exitosa salida del cepo, o a fines de marzo, cuando la inflación se disparó y el consumo y la producción se redujeron después de varios meses de mejoras, en parte por la incertidumbre cambiaria y pronósticos sombríos sobre el futuro del precio del dólar, muy probablemente Adorni habría perdido y Santoro, ganado.

¿Cuál será la percepción de la situación de la economía en septiembre? ¿Mejor o peor que en mayo? Así como el Gobierno no era el mismo en marzo que en mayo, tampoco sería el mismo en septiembre y octubre.

“Nadie se baña dos veces en el mismo río”, decía Heráclito porque el agua fluye constantemente y las personas también están en continuo cambio. Un discípulo de Heráclito y a la vez maestro de Platón, Crátilo, sostenía que, si entonces nada es igual en un instante y al siguiente, tampoco podemos llegar a saber algo permanente. Aristóteles en Metafísica cuenta que Crátilo llevó al extremo la idea de imposibilidad de un conocimiento fiable por la condición siempre cambiante de la realidad, considerando entonces que tampoco tenía sentido decir nada y decidió comunicarse sus últimos años en la Academia con los otros filósofos solo moviendo sus dedos.

Los analistas no podrían cumplir con su profesión asumiendo la posición de Crátilo en la Academia de Platón pero sí vale su advertencia sobre la imposibilidad de un conocimiento inalterable al paso del tiempo, o sea, las consecuencias del presente en el futuro.

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