Los cardenales de todo el mundo que se encerraron en el Vaticano para elegir al sucesor del papa Francisco volvieron a reunirse este jueves después de que no hubieran alcanzado un acuerdo en las primeras votaciones del cónclave, celebradas este miércoles por la tarde. En la segunda votación, tampoco eligieron el nuevo Papa.
La "fumata negra" indicó que ninguno de los cardenales aptos para ser votados obtuvo la mayoría de dos tercios requerida -al menos 89 votos- para proclamar al 267º pontífice. De esta manera, durante la mañana habrá otra votación y, tras el almuerzo en Santa Marta, habrá dos sufragios más.
El miércoles unas 45.000 personas acudieron a la Plaza de San Pedro contemplando la chimenea. A las 21 (hora del Vaticano) llegó el humo negro y se conoció que los cardenales votantes aún no habían elegido al 267º Pontífice de la historia de la Iglesia.
Este jueves los cardenales se reunieron antes de las 8 en el Palacio Apostólico para celebrar la Santa Misa y las Laudes en la Capilla Paulina. Luego se retiraron a la Capilla Sixtina a las 9.15 para recitar la Ora Media y más tardes procedieron a la votación que resultó en humo negro.
Un cónclave incierto
Los dos últimos cónclaves, que llevaron a la elección de Benedicto XVI en 2005 y al de Francisco en 2013, se resolvieron en sólo dos días, con 4 y 5 rondas de votación respectivamente. La elección de un nuevo Pontífice en 48 horas solo había ocurrido una vez más en la historia, cuando en 1978, tras la muerte de Pablo VI, Juan Pablo I fue elegido en la cuarta votación, en el segundo día.
Pero la decisión de los purpurados parecería un poco más complicada en esta ocasión. El pontificado reformista de Jorge Bergoglio generó un gran debate en el seno de la Iglesia, con fuertes divisiones. Más allá de esto, tanto los reformistas como los conservadores deben llegar a un acuerdo sobre su sucesor, que será el 267º pontífice.
Al grito en latín del "extra omnes", todos fuera, este miércoles los cardenales se encerraron en la Capilla Sixtina en un cónclave incierto y sin claros favoritos. Los 133 "príncipes de la Iglesia" quedaron aislados del mundo, sin acceso a internet, teléfonos, televisión o la prensa, hasta que escojan un nuevo pontífice.
La primera votación terminó sin acuerdo antes de las 20.00 (16:00 en Argentina). Cientos de feligreses vieron salir el humo negro desde la chimenea de la Capilla Sixtina y deberán volver el jueves para seguir las próximas votaciones.
Cuando el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, monseñor Diego Ravelli, cerró las puertas, un aplauso se escuchó en la plaza San Pedro. Los cardenales juraron antes guardar secreto sobre el proceso y desempeñar "fielmente" el papel de pontífice si resulta electo por "disposición divina".
Con el hábito coral rojo, que rinde honor a la sangre de Cristo, pronunciaron primero el juramento juntos y luego individualmente ante el altar con la mano sobre el Evangelio. El italiano Pietro Parolin, el cardenal elector más antiguo según el orden de precedencia, lideró a los cardenales en la invocación latina del Espíritu Santo: "Veni, Creator Spiritus".
Frente a los magníficos frescos del Juicio Final los purpurados votarán "en presencia de Dios" bajo solemne silencio. La Capilla Sixtina fue acondicionada con varias hileras de mesones con telas marrones y rojas, sobre las cuales aparecían los nombres de cada elector.
Siguiendo las reglas establecidas por el Papa Juan Pablo II (1978-2005), cada cardenal escribe el nombre de su candidato, dobla la papeleta y la coloca en un plato de plata, que se usa para depositarla en una urna ubicada frente al Juicio Final.
Las papeletas se queman en una estufa con ayuda de químicos: si no se llega a los dos tercios, el humo es negro; si hay papa, la fumata es blanca.
La Sixtina no será un espacio para discursos, debates y negociaciones que lleven a un nombre en el que estén de acuerdo los "bergoglistas", devotos de Jorge Bergoglio, y el ala más conservadora que criticó mucho su pontificado reformista enfocado en los pobres.
Los intercambios se darán durante las comidas o reuniones en la residencia Santa Marta y otras dependencias vaticanas, donde los cardenales estarán aislados sin acceso a internet, celular, televisor o prensa.
Las elecciones de Benedicto XVI y Francisco tomaron dos días. La mayoría de los cardenales estima máximo tres; los más pesimistas, cinco. Los purpurados, en cualquier caso, juran mantener en secreto los detalles de todo el proceso.
Francisco creó el 80% de los cardenales que participarán en el cónclave, el mayor y más internacional de la historia con prelados de unos 70 países.
ds