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MODO FONTEVECCHIA
EL EDITORIAL DE JORGE FONTEVECCHIA

Día 507: Ganarle a Cristina para vencer a Milei

Axel Kicillof tiene el desafío de mantener los votos del kirchnerismo y a la vez separarse de Cristina Kirchner para alcanzar una mayor cantidad de votos. El gobernador podría imitar la táctica de Lula en Brasil y conformar un amplio frente político.

Kicillof
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El gobernador bonaerense tiene un enorme desafío: preservar el apoyo de los votantes kirchneristas, a la vez que separarse lo suficiente de Cristina Kirchner para poder ir a la caza de un techo más alto y de dirigentes de otros espacios.

Kicillof parece querer imitar la táctica de Lula en Brasil, quien reunió desde la extrema izquierda del PSOL hasta la derecha institucional representada por su vicepresidente, Gerardo Alckmin, en un amplio frente democrático.

Sería una especie de lulismo sin Lula, porque por ahora en Argentina no hay ninguna figura que reúna el consenso que reunió el presidente de Brasil para ganarle a Bolsonaro apenas por un punto ¿Cómo podrá hacer el gobernador para que la lapicera de Cristina no kircherice el espacio hasta dotarlo del techo electoral que hoy tiene el kirchnerismo y que arrastra al peronismo?

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Recordemos que Kicillof suspendió las PASO en la Provincia. ¿Deberá ir por una lista por fuera para ganarle a Cristina o finalmente reunirá la cantidad de voluntades peronistas necesarias para erigirse como candidato?

Vamos a reflexionar sobre la posibilidad de que Kicillof pueda ir construyendo algo parecido a lo que fue en los años 90 el Frente Amplio y luego La Alianza que venció a Menem.

El 10 de abril, en un acto en la UOM, Kicillof dijo que había que conformar “un gran frente que le ponga un freno al gobierno de Milei, que contenga a todos los sectores".

Y agregó: “El único problema grande que tenemos y el único adversario grande que tenemos es el gobierno de Milei y sus políticas, no hay otro adversario”.

Por otro lado, teniendo en cuenta que el gobierno bonaerense y el kirchnerismo representan el peronismo progresista y cool metropolitano, en oposición al peronismo popular, conservador y federal, su apuesta hace evocar al surgimiento del Frente Grande y a su posterior unidad con la UCR, que desembocó en la Alianza, el frente que logró derrotar a Duhalde y a lo que quedaba del menemismo.

Vamos a ir atrás 30 años para recordar cómo fue aquella campaña de 1993 que unió a a una parte del peronismo con la UCR, el socialismo y el progresismo.

"Suba y tome asiento en el Congreso, Chacho Álvarez y Graciela Fernández Meijide diputados, Eduardo Jozami concejal. Frente Grande, el poder de la gente", decía el spot de campaña.

En 1994, el Frente Grande, junto a otras fuerzas políticas, organizó una inmensa protesta que catapultó a este espacio como alternativa nacional, que logró derrotar al menemismo residual y al duhaldismo cinco años después.

“Respaldamos la demanda legítima de todos los trabajadores y los que están sin trabajo”, decía Fernández Meijide en esa oportunidad. Y seguía: “Ojalá no hubiera que hacer estas cosas, pero la magnitud que está tomando esta convocatoria nos demuestra la magnitud del ajuste y del sufrimiento de la gente”.

Por su parte, Chacho Álvarez reclamaba una sesión especial en el Congreso: “Se viene un debate fuerte en el parlamento, que estamos pidiendo todo los bloques, para demostrarle al presidente y a la sociedad que hay alternativas para generar crecimiento y empleo en la argentina

Se podrían comparar las declaraciones de Chacho Álvarez y Graciela Fernández Meijide con la que pueden ofrecer hoy dirigentes en la marcha de la CGT, y encontrar una gran cantidad de similitudes, a pesar de que pasaron 30 años.

Luego de esto, el Frente Grande ganó las constituyentes en Capital Federal con el 37,4%, venciendo al menemismo que sacó un 24,5% y al radicalismo que obtuvo 15,22%. Este resultado, posibilitó una proyección nacional de esta fuerza.

Es decir, nuevamente estamos hablando del peronismo que se había separado del peronismo conservador y popular que representaba Menem. Este era el peronismo progresista más porteño.

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Es interesante el paralelismo con la posible victoria de Leandro Santoro en Capital Federal, porque tanto aquella elección constituyente regional como la de la legislatura, pesan más por lo simbólico que por la cantidad de poder político efectivo que generan.

Y también representa ese peronismo progresista en contra de otro gran integrante del panperonismo que es el peronismo conservador popular que hoy, podríamos decir, representa en algún sentido Milei.

Es interesante esta suerte de remake noventista, porque Javier Milei representa, tanto en su narrativa como en su política económica, una suerte de vuelta al menemismo en clave de farsa.

Es decir, mientras Menem logró estabilizar la economía gracias a la convertibilidad —lo que suponía la paridad peso-dólar, sostenida en un endeudamiento fenomenal—, en el caso del libertario su esquema económico también se sostiene en un endeudamiento fenomenal.

Solo que, en vez de un uno a uno, es un 1250 a 1. Por otro lado, es difícil pensar que un esquema como el actual pueda sostenerse por diez años, como el menemismo.

Sumando a los paralelismos entre los libertarios y el menemato, ambos representan una fuerza que puede encuadrarse en la corriente conservadora popular. El menemismo representó una exaltación de valores tradicionales y de la farandulización de la política, que trazó vínculos de cercanía con las amplias mayorías populares.

Milei se opone a los valores progresistas originados en el centro del país, como el feminismo y el ambientalismo, y su estilo confrontativo e informal lo hace atractivo para amplios sectores en oposición a la formalidad de la política tradicional.

Recordemos, además, que una de las banderas de La Alianza, que fue la suma del Frente Amplio, el radicalismo y sus desmembramientos en el socialismo y el panradicalismo, fue la honestidad, en contra de la corrupción menemista.

En esa clave, ayer fue la interpelación del Congreso a los funcionarios libertarios por el caso $LIBRA, y el desempeño del Gobierno dejó más dudas que certezas.

De tres funcionarios, faltaron dos: el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, y el titular de Economía, Luis “Toto” Caputo. En el caso de Guillermo Francos, dejó muchas preguntas sin responder, porque justamente no tuvo casi ningún vínculo con los hechos.

Axel Kicillof, por otra parte, tiene atributos para capitalizar los traspiés del Gobierno en materia de corrupción, porque no está involucrado en casos de esta índole y supo construir una imagen de honesto. Sin embargo, de nuevo, su cercanía con el kirchnerismo representa un límite en este sentido.

Hasta incluso se podría decir que el apellido de Kicillof con “K” también representa un recuerdo del kirchnerismo. Por eso, dicen que sus asesores piensan presentarlo siempre en campaña como “Axel” y no como “Kicillof”.

Independientemente de lo que piense cada uno, la representación mayoritaria del kirchnerismo en materia de corrupción es negativa. Además, la condena definitiva de Cristina Kirchner por el caso Vialidad puede generarse en cualquier momento, reforzando este estigma de corrupción entre todos los que se encuentren cercanos a la presidenta del PJ.

Por otro lado, quien se opone desde el peronismo a la táctica de un frente amplio anti Milei, es como siempre el inefable Guillermo Moreno. “La unidad sin doctrina es fracaso y ya fracasamos”, dijo en Duro de domar.

“La palabra no es unidad, la palabra es doctrina porque la doctrina nos une a los peronistas”, agregó.

Bueno, Guillermo Moreno, inefable como decíamos siempre. Claramente con una perspectiva del siglo XX. Y a esto Axel Kicillof opuso la idea de las “nuevas canciones” que habrá que ver cómo las compone, hasta ahora no son conocidas.

Es decir, no queda claro cuál es el programa que utilizará para sacar al país adelante. Pero tiene un punto a favor: es economista, frente a un presidente que también es economista.

¿Será una astilla del mismo palo? ¿Un clavo que vendrá a sacar otro clavo el que finalmente lleve el país adelante a partir de las próximas elecciones presidenciales dentro de dos años y medio?

Tal vez, no quiera y no se pueda esbozar ideas sin terminar de acordarlas con nuevos integrantes de ese presunto espacio político “a lo Lula” que concentre todo y que vaya desde el centro a la izquierda, incluyendo la derecha institucional como hizo Lula en Brasil.

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En la vereda de enfrente, Macri aparece como una incógnita en el espacio de la derecha argentina. Hace un años, Jaime Durán Barba, habló sobre este tema en este programa y consideró que fue una mala decisión para el PRO aliarse a La Libertad Avanza

“Si le va mal a Milei, el daño en el PRO será irreparable. Y si le va bien, la gente tiene claro que es Milei quien está haciendo el cambio y no Macri”, señaló.

Y agregó: “El PRO ha perdido su dinámica y originalidad, es que este tsunami que significa Milei en la Argentina está arrasando también con el PRO, gane o pierda”.

Si la hipótesis de Duran Barba es correcta, Macri debería de alejarse totalmente de Milei y fortalecer un perfil propio e intentar forzar una derrota del libertario si quiere la sobrevivencia del PRO.

Todo esto con la posibilidad de que su electorado lo siga identificando con Milei y sus ideas. ¿Macri finalmente se entregará a las huestes libertarias o ejercerá su poder de daño contra La Libertad Avanza?

Por su parte, Máximo y Cristina Kirchner creen que un eventual empeoramiento de la situación económica haría que el electorado vuelva hacia su espacio. Sin embargo, es interesante analizar esta hipótesis con más detenimiento.

En primer lugar, el trauma social que generó una inflación desatada por encima del 200 % anual en el gobierno del Frente de Todos también golpeó a Cristina Kirchner. Es decir, hay un análisis de cómo llegamos hasta acá que tiene a Cristina como responsable.

De la misma manera que, ante el fracaso del gobierno de Alberto Fernández, la sociedad no volvió directamente a Juntos por el Cambio —porque entendió que la gestión de Macri también la había defraudado— y encontró una salida novedosa con Milei, probablemente haga lo mismo si implosiona el frágil esquema económico libertario o si cumple su objetivo y la sociedad cree que hay que pasar a otro estadío.

O sea, hay una percepción del kirchnerismo de que si el gobierno de Milei fracasase, la gente iría corriendo a los brazos del kirchnerismo, cuando lo que demuestran todos los actos electorales es que la gente está dispuesta a soportar cualquier cosa con tal de que no vuelva el kirchnerismo.

En ese sentido, la pregunta es si Kicillof es visto como responsable del fracaso del Frente de Todos de la misma forma que es vista Cristina. Y si podrá fundar su propio movimiento y un frente amplio contra Milei que, como indica su sello electoral, tenga “derecho al futuro”.

Preguntas que son de primer orden para entender el devenir de la política local. Seguiremos de cerca cómo se resuelve la táctica de Kicillof, que nos podría recordar el surgimiento del Frente Grande y la Alianza contra el menemismo.

Terminaremos la columna de hoy con El tiempo no para, interpretado por La Bersuit, que en su comienzo inmortalizó el verso: “Veo al futuro repetir el pasado”.

MC/ff

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