El flamante Papa León XIV en su discurso de asunción saludó en perfecto castellano a su “querida diócesis de Chiclayo” en Perú, donde estuvo desde 2014 hasta 2023 por deseo del Papa Francisco. Pero anteriormente, Robert Prevost, ya había permanecido muchos años en el país latinoamericano, lo que explica su claro español.
Su trayectoria latinoamericana, su pedido por la paz, por el diálogo y por una Iglesia sinodal, fueron los primeros indicios para avizorar una continuidad con el papado anterior, pero, sobre todo, lo confirma el hecho de que fue el propio Bergoglio quien lo llamó a formar parte de la Curia Romana, es decir, ser parte del cuerpo de funcionarios que asistieron al Papa Francisco en el gobierno de la Iglesia Católica.
Prevost desde muy joven tuvo su convicción religiosa. Su carrera eclesiástica comenzó con el noviciado agustino de Saint Louis donde, en 1981, asumió sus votos, continuó sus estudios en Teología y viajó a Roma para estudiar Derecho Canónico. Previamente, se había graduado en Ciencias Matemáticas, junto con una especialización en Filosofía.
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A sus 28 años, tras ordenarse sacerdote, fue enviado a Perú, puntualmente a Chulucanas, en Piura (1985-1986). Más adelante, en 1988 formó parte de la misión peruana de Trujillo, seleccionando vocaciones agustinas en ciudades como Chulucanas, Iquitos y Apurímac. Fue vicario judicial (1989-1998), profesor de Derecho canónico, Patrística y Moral en el Seminario Mayor; entre otros cargos docentes.
Fue párroco fundador de la parroquia Nuestra Señora de Monserrat (1992-1999) y de la Capilla Nuestra Señora Madre de la Iglesia (hoy Parroquia Santa Rita de Cascia), entre 1988 y 1999.
En 2001, el Capítulo General Ordinario lo eligió como prior general y fue elegido para un segundo mandato de seis años en 2007. De 2013 a 2014, fue director de formación en el Convento de San Agustín en Chicago, así como primer consejero y vicario provincial de la Provincia de “Nuestra Madre del Buen Consejo”.
Estadounidense y peruano y opositor a Fujimori
El 24 de agosto de 2015, Robert Francis Prevost obtuvo su Documento Nacional de Identidad (DNI) peruano, el país donde residió tanto en zonas urbanas y como en zonas rurales golpeadas por la pobreza.
Estuvo codo a codo con las comunidades más vulnerables en los años en que ese país era sacudido por la violencia de la organización terrorista Sendero Luminoso y la represión del Estado. Permaneció en los años en los que eran usuales las desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y el accionar de “Colina”, bajo el mandato de Alberto Fujimori.
Su rol fue de defensor de los Derechos Humanos y como obispo de Chiclayo, en 2017, repudió el indulto otorgado a Fujimori por el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, apuntando la falta de arrepentimiento del exmandatario condenado por la matanza de 25 personas.
“Tal vez de su parte sería más eficaz pedir personalmente por algunas de las grandes injusticias que fueron cometidas y por las cuales él fue juzgado”, afirmó con contundencia Prevost.
Los años previos a ser Papa y la decisión estratégica de Francisco
Prevost era prior general del Capítulo Agustino de Chicago cuando en 2014, desde Roma, el papa Francisco lo puso al frente de la diócesis peruana de Chiclayo, como administrador apostólico. Allí permaneció durante casi 10 años hasta que en 2023 el entonces Papa lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, el órgano que se encarga de la selección y nombramiento de los obispos.
Aunque Prevost cumplió su designio, lamentó en aquellos años dejar su Perú querido, que estaba atravesando un periodo de intensas movilizaciones y represión con numerosas muertes tras la asunción de la actual presidenta Dina Boluarte. “Le dije al Santo Padre que no es el mejor momento para dejar el país”, declaraba el actual Papa a la prensa de ese país.
Sin embargo, cerca de Francisco pasó los últimos dos años y como Papa León XIV será momento de crear un nuevo papado con la singularidad de su doble nacionalidad, su pertenencia agustina y su preocupación por promover la paz y el diálogo.