En diálogo con Canal E, el analista Eduardo Martínez trazó un mapa del escenario político y judicial tras la condena a Cristina Fernández, apuntando al resurgimiento del peronismo como actor central.
“Lo que está haciendo Cristina Fernández es remitirse al caso de Gustavo Petro”, explicó el entrevistado, en relación con la estrategia jurídica de la expresidenta ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Sin embargo, advirtió que “todo lo que le queda fuera a Cristina está en base más de recomendaciones” y que no se esperan resoluciones vinculantes desde organismos internacionales.
Según Martínez, “Petro no había llegado hasta la Corte Suprema de su país. Cristina sí. Eso hace que los recursos sean solo simbólicos”. A pesar de la estrategia legal internacional, consideró que “no moverían el amperímetro” de la situación actual de la expresidenta.
Cristina y el reloj político
Para el analista, la clave de estos días está en la búsqueda de tiempo y presión: “Cristina está usando este tiempo para ver si lo externo puede influenciar en un cambio”, señaló. Y reveló que existe incluso la posibilidad de que “ni siquiera se tenga que presentar en el juzgado, porque se está barajando la posibilidad de que lo haga en su propia casa”.
Este tiempo, según Martínez, no solo juega en el terreno judicial, sino también en el político, con un PJ que intenta redefinirse ante el vacío que podría dejar Cristina.
El peronismo: entre la conmoción y la mística
“Si no fuera una tragedia para el peronismo, yo diría que hasta sería emocionante para analizar”, expresó Martínez sobre el efecto de la condena en la interna justicialista. Consideró que el golpe funcionó como reactivador político: “Un peronismo dividido se encolumnó en una misma idea, en una misma tragedia”.
Destacó que esta unión no se veía desde antes del triunfo electoral de Javier Milei y que puede representar una oportunidad si el PJ logra canalizar la mística generada: “Recupera una mística que puede usarla como un arma electoral”.
Kicillof, ¿heredero o figura funcional?
Frente al nuevo escenario, surge la figura de Axel Kicillof. Sin embargo, Martínez cree que “no hace falta ni siquiera la centralidad de Kicillof” siempre y cuando haya un acuerdo sobre las listas y Cristina aparezca como su arquitecta: “Es como si Cristina estuviera, incluso sin tener Kicillof que lidiar con ella en lo cotidiano”.
Esto permitiría una campaña cohesiva, sin tensiones públicas, pero con un liderazgo simbólico que siga movilizando a la base electoral peronista.
El dilema del desdoblamiento electoral
Respecto al posible cambio en el calendario electoral bonaerense, Martínez fue claro: “No les convendría cambiar la fecha”, aseguró.
Argumentó que el desdoblamiento puede jugar a favor si se capitaliza el momento emocional que atraviesa el peronismo: “Cuanto más alargues el tiempo, más posibilidad que la mística se diluya”.
A pesar de las presiones para unificar elecciones, recordó que “Kicillof dijo que no es la prioridad ahora cambiar la fecha”, y que incluso con más tiempo no se generaría un candidato con la fuerza de Cristina.
Lula, Cristina y la foto que nadie quiere
Martínez trazó un paralelismo con el caso del expresidente brasileño Lula da Silva, detenido por una causa menor que sirvió como catalizador político: “La justicia sabe que la mística de hoy, si hacen eso de tener que presentarse en un tribunal, va a seguir con la misma fuerza”, advirtió.
El temor a una imagen poderosa de Cristina en el banquillo puede incidir en las decisiones judiciales, tanto como en las estrategias del PJ: “Cuanto más se acorten los tiempos, más fuertes van a encontrar al peronismo”.
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