OPINIóN
Todo ya

La vida en modo tutorial

Las redes sociales ofrecen soluciones rápidas y tutoriales para todo: dónde comer, dormir, vacacionar; qué hacer si te dejaron; cómo ganar dinero; cuándo decir que sí. “Instrucciones repetidas por miles de desconocidos”, dice la autora.

Ser viral en redes sociales
Ser viral en redes sociales | CEDOC

Hace unos días, una influencer compartió su experiencia en una playa “viral” de México. Había visto imágenes paradisíacas en TikTok, pero al llegar se encontró con una multitud. Terminó yéndose y buscando por su cuenta otro lugar que se pareciera más a lo que imaginaba.

La postal soñada no existía. Quizás fue un engaño, o simplemente le tocó un mal día. Pero hubo algo valioso: esa decepción la empujó a salir de lo que hacían todos y a encontrar algo más cercano a su deseo, de forma espontánea.

Las recomendaciones siempre formaron parte de la vida cotidiana: un lugar donde comer, un buen profesional, un destino para vacacionar. Pero en la era digital, la escala cambió. Las redes sociales convirtieron las sugerencias en modelos a seguir. Ya no se trata solo de inspiración: existe una lógica de pasos a cumplir, y una sensación de frustración si no se logran los resultados esperados.

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Lo que antes eran consejos entre conocidos se volvió una serie de instrucciones repetidas por miles de desconocidos. Desde cómo criar hijos hasta cómo superar un duelo o encontrar el propósito, se comparten certezas sobre lo que “hay que hacer”, “no te podés perder” o “vale totalmente la pena”. Y cuantas más personas siguen esas instrucciones, más se viralizan los destinos, los consejos, las fórmulas, y también las expectativas y exigencias que generan.

En este sentido, la búsqueda de soluciones inmediatas parece ser uno de los síntomas de la época. No solo porque en el contexto vertiginoso en el que vivimos, garantiza la ilusión de una resolución rápida y eficiente que nos hace ganar tiempo, sino porque cada vez cuesta más convivir con preguntas abiertas. Se buscan respuestas inmediatas para todo: desde cómo leer una emoción hasta cómo actuar tras una cita fallida. Esa necesidad de certezas alimenta una idea complicada: que hay una sola forma correcta de hacer las cosas.

Se buscan respuestas inmediatas para todo: desde cómo leer una emoción hasta cómo actuar tras una cita fallida"

El problema no radica en las instrucciones en sí, sino en cómo se las consume: como si fueran verdades absolutas, soluciones infalibles, atajos al sentido. Y cuando no encajan con la experiencia personal, quien entra en duda no es la receta, sino quien la sigue.

Frente a esto, vale la pena preguntarse: ¿qué lugar se le da hoy a lo inesperado, a lo que todavía no tiene forma? ¿Es posible recuperar la pausa, el ensayo, la pregunta que no exige una respuesta inmediata?

En Ser y Tiempo, Martin Heidegger plantea que el sentido no se posee, sino que se revela —o se oculta— en la experiencia. Habitar esa tensión entre lo comprendido y lo desconocido forma parte de la existencia misma. Aceptar interpretaciones preconstruidas, como tantas que circulan en redes sociales, puede llevar a clausurar ese proceso: vivir dentro de marcos fijos en lugar de explorar nuevas posibilidades de ser y de entender el mundo. Heidegger invita, en cambio, a sostener el desocultamiento constante, a resistir el cierre prematuro del sentido, y a mantenernos abiertos a lo que todavía no se muestra del todo

La avalancha de soluciones rápidas —que no solo organizan rutinas, sino también relaciones, emociones e identidades— empuja a una estandarización que puede hacernos perder de vista el camino propio. Y en ese afán de resolver todo rápido, de sentir y dejar de sentir con eficiencia, se corre el riesgo de olvidar que el sentido también puede construirse en lo incierto, en lo que no se puede acelerar ni simplificar.

No se trata de rechazar los consejos ni de celebrar el caos. Se trata de cultivar una mirada crítica y curiosa. De distinguir entre lo que orienta y lo que impone. De volver a pensar si las decisiones que se toman responden a una elección o a un cumplimiento para formar parte de algo.

Tal vez la pregunta no sea “¿qué debería hacer?”, sino “¿qué merece ser descubierto sin apuro?”. Aunque no tenga forma definida. Aunque no sea compartible en una story. Porque también ahí puede haber sentido: en la posibilidad —incierta, sí— de no saber todavía.

Y, por favor, que tampoco esto se convierta en una instrucción. Porque, cuando a un juego le ponemos tantas reglas, se vuelve aburrido.

*Licenciada en Comunicación Social, con una maestría de Antropología Social

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